
Realmente estamos de rodillas ante la delincuencia de cuello blanco, ante los usurpadores y los estafadores, porque ante el más elemental trámite los ciudadanos nos enfrentamos a un sistema putrefacto de “amiguismos y compadrazgos”, de sobornos y coimas, a lo cual se une la desidia, la prepotencia y el racismo que se respira en sus instituciones públicas por parte de funcionarios y empleados que creen que son “privilegiados” antes que servidores.
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