La principal conclusión de esos líderes mundiales fue “el compromiso renovado de hacer frente a la pobreza y la inseguridad alimentaria persistentes mediante la transformación de las zonas rurales de los países en desarrollo. Para ello, se fomentarán inversiones de mayor calidad, que garanticen un mayor grado de igualdad y un crecimiento integrador y que generen beneficios económicos para las mujeres, los jóvenes y otros grupos marginados”.
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