Las pruebas que se presentan en los juicios son contundentes, y los peritajes de expertos explican cómo funcionó la lógica que llevó al genocidio. Todas estas son tareas que dignifican a las víctimas, que dejan de ser enemigos internos –como se les consideró– para convertirse en los hijos, hermanos, amigos, maestros, estudiantes, campesinos, sindicalistas, que fueron en vida.
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