
Guatemala, ese pequeño y olvidado país de Centroamérica cuna de una de las grandes civilizaciones de la historia como fueron los mayas, tuvo el movimiento revolucionario armado más prolongado de Latinoamérica, luego del de Colombia. Por casi cuatro décadas la guerrilla guatemalteca –en muy buena media conformada por campesinos de origen maya– creció y se solidificó, llegando a manejar territorios completos de la geografía nacional, pero no pudiendo, como en Cuba o en Nicaragua, tomar el poder político desde la capital.
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